A pesar de que fue el consejo que más recibió, abogados dicen que entregar información falsa pone en riesgo a los herederos: podrían quedar con deuda.
‘Cuando estaba pidiendo el crédito hipotecario y me hicieron llenar la declaración de salud, sabía que decir que había tenido cáncer podía generar un problema. Pero no voy a estar ocultando que lo tuve, es parte de mi historia y no tengo por qué avergonzarme’, cuenta la ingeniería civil industrial Constanza Figueroa (35 años), quien en 2020 pidió un hipotecario para comprar un departamento nuevo de un dormitorio en Ñuñoa. Le habían aprobado el crédito, pero la aseguradora encargada de tramitar el seguro de desgravamen, que es obligatorio para este tipo de préstamos, se negó a asegurarla. Tal como lo supuso, haber tenido hace 12 años un cáncer en el sistema linfático (linfoma Hodgkin), pese a estar de alta y a que no ha vuelto a aparecer, fue determinante para quedar excluida de la cobertura.
Este seguro se activa si el titular fallece para cubrir la deuda que tenía con el banco y los herederos reciben la propiedad sin asumir ninguna responsabilidad financiera. ‘No me extrañó, me pasó con la Isapre porque lo consideran preexistente y estoy bloqueada en el sistema. Como solución, la gente me recomendó que recurriera a otro banco y no declarara el cáncer’, dice. Ella no lo hizo. ‘Soy tozuda, no quise ir a otro porque ese banco me ofrecía una tasa de interés más baja y encontraba injusto lo que la gente me proponía’. Siguió insistiendo para ver si le daban alguna solución y le ofrecieron tomar un seguro de vida que es similar al de desgravamen, pero se toma con el banco y es más caro.
‘El desgravamen pagaba mi deuda, pero este seguro funciona distinto. Por ejemplo, si mi departamento costaba 100 y se debía 40, se le paga aquello al banco y los otros 60 que yo ya había pagado se los daban a los beneficiaros designados’, relata. Le pidieron informes médicos muy privados, sintió que vulneraban sus derechos porque solicitaron datos personales del tratamiento, las biopsias que tenía, cuánto medían los tumores, los medicamentos aplicados y un informe de su oncóloga. ‘Todo esto revivió heridas que he tratado de cerrar con los años y que tuve que reflotar por este hipotecario’, dice.
Logró que le dieran cobertura, pero a un costo mayor. ‘El desgravamen costaba del orden de $3.000 al mes e iba incluido en el dividendo y este seguro de vida me quedó en $350.000 al año y tuve que pagarlo íntegro al tomar el hipotecario’, afirma. La ingeniera recuerda que su ejecutivo le advirtió que todos los años los bancos renuevan las licitaciones de las instituciones que ofrecen los seguros de desgravamen con fines hipotecarios, así que al año siguiente podían cambiar las condiciones de cobertura.
Ella podía postular de nuevo y ver si calificaba. A fines de 2021, ingresó nuevamente su ficha de salud, tuvo que actualizar los documentos y le dieron cobertura. ‘Claramente es mucho más conveniente y no tiene ninguna restricción, pero ya tengo el precedente de que si quiero tomar otro hipotecario, voy a tener que pasar por lo mismo pese a que soy una persona sana, no tengo secuelas y tengo las mismas posibilidades de cualquier persona de tener cáncer. Y en el peor de los casos, si me muriera, que se queden con el departamento’, dice. Además, dice conocer muchas personas que declaran no tener enfermedades para evitar tener problemas como los que ella tuvo.
Cotizar y cotizar
Paul Urra, jefe de Operaciones Hipotecarias de la plataforma inmobiliaria Property Link, cuenta que le ha tocado ver rechazos de cobertura de seguros para obtener un hipotecario a personas que han tenido cáncer u otras enfermedades, pero que existen otros mecanismos para obtenerlo, como el seguro de vida que ofrece el banco o cotizar y comprar el desgravamen en otra aseguradora. Dice que no todas estas empresas tienen la misma rigidez frente a las enfermedades, como diabetes, hipertensión, cáncer, obesidad, entre otros. ‘Hay competencia entre ellas.
Puede haber un seguro más barato, pero porque excluye más patologías. Algunos pueden excluir la hipertensión u obesidad porque así es más económico, mientras que otro es más caro porque las incluye. Por eso hay que cotizar, cada institución determina sus bases’, señala. Su consejo es por ningún motivo omitir enfermedades preexistentes. ‘La gente toma esto como un trámite más y tiene que declarar todo lo que tienen en ese minuto. Si firmó no tender nada y llega a fallecer, se inicia una investigación. Y si encuentran que existía información de cierta patología preexistente, los herederos van a tener que seguir pagando el dividendo’, sostiene.
Johnny Soto, abogado de Misproblemasjuridicos. cl, coincide: ‘Hay que prevenir que los herederos queden con una deuda por no declarar una enfermedad de alto costo’. José Manuel Madero, abogado socio del estudio especializado en seguros Contreras & Cía. Abogados, añade que las personas deben declarar lo que tienen, pero las aseguradoras hacen preguntas muy generales. Opina que deberían exigir siempre exámenes médicos para respaldarlos. Recuerda en especial el caso de una viuda cuyo marido falleció de un infarto y la aseguradora no aplicó el desgravamen. ‘Lo rechazaron porque él tenía preexistencia al tener colesterol alto, entre otras enfermedades que no declaró’, afirma.
-¿Y qué pasa si de todos modos una persona no logra una cobertura?
-Quedará comprar la propiedad al contado o que un tercero se haga responsable y la compre, dice Urra.